“Conocer bien a los otros es ser inteligentes, conocerse bien a uno mismo es ser sabio“
Albert Einstein.
La persona que vive atrapada por sus emociones (secuestrada por su amígdala) se siente desbordada por ellas y se deja llevar por la negatividad y por las circunstancias del momento, ante un hecho hay una respuesta emocional.
La respuesta es que en gran cantidad de casos actuamos de forma mecánica sin ni siquiera preguntarnos qué sentimos.
¿Te conoces?, ¿Realmente te conoces?, ¿Cuántas veces te has sorprendido a ti mismo haciendo o pensando cosas que jamás habrías pensado?
Dijo un sabio famoso “Conócete a ti mismo“ (Sócrates).
Para no dejarse “secuestrar por la amígdala“ (no me refiero a la amígdala de la garganta sino a la que se encuentra en el cerebro límbico o emocional ) que es la encargada de gestionar gran parte de las emociones y es la primera que las percibe atraves de los sentidos, es muy importante conocerse a sí mismo. Si no te conoces no puedes anticiparte a tu comportamiento ni a tu emoción ni a tu sentimiento, entras en el bucle de negatividad y tu cuerpo, tu pensamiento se empapa de esa emoción y no podrás razonar, las emociones se imponen a la razón. Sencillamente dejas de controlar racionalmente tus impulsos y quedas secuestrada por tus emociones. Para no entrar en este bucle hay que:
- SER CONSCIENTE de lo que nos está ocurriendo, normalmente el cuerpo nos da señales. ¡¡¡HAGÁMOSLE CASO!!!
- CALMARSE por ejemplo atraves de la respiración.
- Una vez calmado através de la respiración, tendremos tiempo para tranquilizarnos, poder RAZONAR y analizar lo que realmente está y me está pasando y que emociones se están apoderando de mi y cual es el hecho que lo desencadena. En definitiva nos adentraremos en nuestro autoconocimiento.
Controlar las emociones es muy difícil sin embargo si aprendemos a gestionarlas nos será de mucha ayuda.
La persona que es consciente de sí misma, confía en ella, sabe cuales son sus fortalezas y sus límites, es positiva y ante cualquier fracaso, bloqueo emocional o situación en la que “la amígdala la secuestre “ sabe perfectamente que pasará y no se dejará llevar por las circunstancias del momento.
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