A veces queremos y necesitamos rizar el rizo,
sentirnos únicos y para ello pensamos que haciendo cosas extraordinarias que nadie se atreve, ni se le ocurre hacer llegaremos a ser reconocidos a tener éxito a ser alabados... a sentir que somos extraordinarios.Aunque….. ¿Qué de positivo nos aporta esa acción? ¿Bienestar? ¿Autoestima? ¿Seguridad? Y cuando no haya ya nada extraordinario que hacer ¿Qué haremos? ¿Cómo nos sentiremos? ¿Qué podríamos hacer para sentirnos igualmente únicos?
Pues bien todo este afán por conseguir cosas extraordinarias puede llevarnos al fracaso y al sentimiento de no ser capaces, de no valer de sentirnos no merecedores, de un gran vacío… de no dar la talla y solamente si entendemos que todo es más simple y que no hay que buscar nada fuera, nada extraordinario que todo el potencial que todo lo extraordinario lo podemos encontrar en lo ordinario, en lo que cada día hacemos y si lo que cada día hacemos nos esforzamos por hacerlo excelente y cuidamos el detalle, haciendo lo difícil fácil, armónico, las acciones que antes pasaban desapercibidas, ordinarias, pasan ahora a tener un peso que no tenían y se convierten en excelentes.
De esa manera tan sencilla, buscando en nuestro interior, sacándolo y cuidando el detalle haciendo las cosas desde la verdad la coherencia y el corazón conseguiremos que el resultado sea excelente y único y nos sentiremos plenos y conectados con todos, creando algo valioso que tendrá resonancia en todos y cada uno de nosotros.
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